miércoles, 31 de agosto de 2011

LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO (O.M.C.)


  
República Bolivariana de Venezuela Ministerio del Poder Popular de Planificación y Finanzas Escuela Nacional de Administración y Hacienda Pública Dirección de Postgrado y Adiestramiento Especialización en Gestión Aduanera y Comercio Exterior Cátedra: Organismos Internacionales y Esquemas de Integración
   
  
LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO (O.M.C.)

    Sumario:  I.- Introducción, II.- ¿Qué es la Organización Mundial de Comercio?, III.- Tratado Fundacional de la OMC, IV.- Instituciones que conforman la OMC,  V.- Metodología utilizada en la Política Comercial, VI.-  Reflexiones Finales, VII.- Referencias Bibliográficas.
              
  PEGACE 54  Di Vincenzo,  María C.I. 17.250.749  Marte, Yusveira C.I. 15.226.902 Pinto, Marianella  C.I. 12.033.808 Rojas, Eduard  C.I. 4.885.326 Salih, César  C.I. 14.730432 Torrense, Marco  C.I.  7.106.803


I.-  INTRODUCCIÓN
La OMC es una organización de ciento cincuenta y tres (153) países que gobierna el comercio internacional facilitando los acuerdos comerciales y haciéndolos cumplir cuando los gobiernos miembros tienen disputas comerciales. Básicamente su objetivo es eliminar todo lo que son problemas al libre comercio mundial, ya sean aranceles aduaneros, leyes de protección ambiental o laboral, subsidios paternalistas o beneficios para las empresas locales. 
La OMC ve muchos servicios y políticas de los gobiernos como una injusta interferencia en el libre comercio. Cuando los gobiernos denuncian las políticas de otros gobiernos, la OMC decide sobre que políticas están interfiriendo injustamente en el comercio mediante su panel de disputas. Si así se decide en el panel, los gobiernos deben cambiar o adecuar las leyes sancionadas, o hacer frente a billones de dólares en forma de sanciones comerciales autorizadas por dicho organismo multilateral.
Así, en virtud de los señalamientos hechos, se presenta este ensayo que pretende abordar de manera teórica y crítica aspectos inherentes a la Organización Mundial de Comercio (OMC), partiendo de su conceptualización y funcionalidad, tratado fundacional, instituciones que la conforman y metodología utilizada en la elaboración de la política comercial que regula a los países miembros de este acuerdo multilateral.
     


I.-  ¿QUÉ ES LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO?
La Organización Mundial del Comercio (OMC), tal y como lo establece el propio organismo multilateral, es el marco institucional común para el desarrollo de las relaciones comerciales entre sus Miembros en los asuntos relacionados con los acuerdos e instrumentos jurídicos conexos incluidos en los Anexos del Acuerdo de Marrakech.  Como lo señala éste, la OMC se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países, a nivel mundial o casi mundial. (OMC, 2010).  Como global que es, la OMC es la encargada de supervisar la aplicación de todos los Acuerdos multilaterales y plurilaterales que se han negociado en la Ronda Uruguay y de los que se negocien en el futuro.
La OMC es un organismo con personalidad jurídica, en virtud de que cada uno de sus Miembros le confiere la capacidad jurídica necesaria para el ejercicio de sus funciones; por lo que ofrece un marco jurídico e institucional para la aplicación y la vigilancia de los acuerdos suscritos en su seno, así como para la solución de las diferencias que puedan surgir de su interpretación y aplicación.
Según Vaillant (2009), de conformidad con lo establecido por la OMC (2005), hay múltiples formas de contemplarla, a saber, como: (a) una organización para liberalizar el comercio; (b) es un foro para que los gobiernos negocien acuerdos comerciales; (c) es un lugar para que resuelvan sus diferencias comerciales; (d) aplica un sistema de normas comerciales.  En lo fundamental, la OMC es un lugar al que los gobiernos Miembros acuden para tratar de resolver los problemas comerciales que tienen unos con otros; en virtud de ser la única organización internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países. 
La OMC aplica los acuerdos sustantivos del Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) de 1947 y del GATT del 1994, el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS), el acuerdo sobre los Asuntos de la Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC), el Entendimiento de Solución de Diferencias y los demás instrumentos para la aplicación de los Acuerdos.
La OMC fue creada a la conclusión de las negociaciones de la Ronda Uruguay (1986-1994), comenzando sus funciones el 1º de enero de 1995, tras la suscripción del Acuerdo de Marrakech.  La sede de la OMC se ubica en la ciudad de Ginebra, Suiza.


Al 30 de julio de 2008, cuenta con ciento cincuenta y tres (153) miembros, de los cuales ciento cincuenta (150) son países y tres (03) son territorios aduaneros (Macao, China, Hong Kong - China y Taipei Chino).
Los países que en la actualidad no son miembros pueden ingresar en la OMC negociando su adhesión. En esas negociaciones tendrán que declararse dispuestos a adoptar medidas para poner sus legislaciones en consonancia con las normas de los Acuerdos multilaterales. Además, contraerán el compromiso de reducir sus aranceles y de modificar sus reglamentaciones para mejorar el acceso de los bienes y servicios extranjeros a sus mercados. Esos compromisos suelen designarse con la expresión “boleto de entrada”, que da derecho al país que se adhiere al trato NMF respecto de todas las reducciones arancelarias y otros compromisos contraídos por los países miembros en el pasado.
Actualmente se encuentran en proceso de adhesión a la OMC los siguientes países: Afganistán, Andorra, Argelia, Azerbaiyán, Bahamas, Belarús, Bhután, Bosnia y Herzegovina, Comoras, Etiopia, Guinea Ecuatorial, Irán, Irak, Libia, Kazajstán, Liberia, Montenegro, Lao, Líbano, Rusia, Santo Tomé y Príncipe, Samoa, Serbia, Seychelles, Sudán, Tayikistán, Uzbekistán, Vanuatu, Yemen. Estos países gozan de la condición de observadores.
Para Montilla (2007), el propósito primordial de la OMC es contribuir a que las corrientes comerciales circulen con fluidez, libertad, equidad y previsibilidad posible, siempre que no se produzcan efectos secundarios desfavorables, porque esto es importante para el desarrollo económico y el bienestar. Esto significa en parte la eliminación de obstáculos. También significa asegurar que los particulares, las empresas y los gobiernos conozcan cuáles son las normas que rigen el comercio en todo el mundo, dándoles la seguridad de que las políticas no sufrirán cambios abruptos. En otras palabras, las normas tienen que ser “transparentes” y previsibles.
Su objetivo es ayudar a los productores de bienes y servicios, los exportadores y los importadores a llevar adelante sus actividades. A juicio de Enríquez (2010), esta organización internacional tiene por objetivo principal la apertura del comercio en beneficio de todos.  Por lo tanto, como ya se mencionó, su principal función es velar porque el comercio se realice de la manera más fluida, previsible y libre posible.
Para lograr ese objetivo, la OMC se encarga de: (a) administrar los acuerdos comerciales; (b) servir de foro para las negociaciones comerciales; (c) resolver las diferencias comerciales; (d) examinar las políticas comerciales nacionales; (e) ayudar a los países en desarrollo con las cuestiones de política comercial, prestándoles asistencia técnica y organizando programas de formación; y (f) cooperar con otras


organizaciones internacionales. Los principios fundamentales y rectores de la OMC, tal y como lo
establece el mismo organismo siguen siendo la apertura de las fronteras, la garantía del principio de la nación más favorecida y del trato no discriminatorio entre los Miembros, así como el compromiso de lograr la transparencia en sus actividades. La apertura de los mercados nacionales al comercio internacional, con excepciones justificables o con la flexibilidad adecuada, fomentará y favorecerá el desarrollo sostenible, mejorará el bienestar de las personas, reducirá la pobreza y promoverá la paz y la estabilidad. Al mismo tiempo, esa apertura de los mercados debe ir acompañada de políticas nacionales e internacionales racionales que contribuyan al crecimiento económico y al desarrollo en consonancia con las necesidades y aspiraciones de cada uno de los Miembros. (OMC, 2010).
En concreto, las principales actividades de la OMC son:  1. La negociación de la reducción o eliminación de los obstáculos al
comercio (aranceles de importación u otros obstáculos al comercio) y acuerdos sobre las normas por las que se rige el comercio internacional (por ejemplo, en las esferas de las medidas antidumping, las subvenciones, las normas sobre productos, etcétera).
2. La administración y vigilancia de la aplicación de las normas acordadas de la OMC que regulan el comercio de mercancías y de servicios, y los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio.  
3. La vigilancia y el examen de las políticas comerciales de sus Miembros y la consecución de la transparencia en los acuerdos comerciales regionales y bilaterales.
4. La solución de diferencias entre los Miembros sobre la interpretación y aplicación de los Acuerdos.
5. El fortalecimiento de la capacidad de los funcionarios públicos de los países en desarrollo en asuntos relacionados con el comercio internacional.
6. La prestación de asistencia en el proceso de adhesión de países que todavía no son miembros de la Organización.
7. La realización de estudios económicos y la recopilación y difusión de datos comerciales en apoyo de las demás actividades principales de la OMC.  
8. La explicación y difusión al público de información sobre la OMC, su misión y sus actividades.


La OMC está dirigida por los gobiernos de sus Miembros. Todas las decisiones importantes son adoptadas por la totalidad de los Miembros, ya sea por sus Ministros (que se reúnen por lo menos una vez cada dos años) o por sus embajadores o delegados (que se reúnen regularmente en Ginebra).
Los pilares sobre los que descansa la OMC son los Acuerdos suscritos en su seno, que han sido negociados y firmados por la gran mayoría de los países que participan en el comercio mundial, y ratificados por sus respectivos parlamentos. 
Estos documentos establecen las normas jurídicas fundamentales del comercio internacional. Son esencialmente contratos que obligan a los gobiernos a mantener sus políticas comerciales dentro de límites convenidos. Aunque negociados y firmados por los gobiernos, su objetivo es ayudar a los productores de bienes y servicios, los exportadores y los importadores a llevar a cabo sus actividades, permitiendo al mismo tiempo a los gobiernos lograr objetivos sociales y ambientales.
Los Acuerdos de la OMC prevén tres categorías de países:  (a) Países Desarrollados; (b) Países en Desarrollo; y (c) Países Menos Adelantados
Alrededor del mundo existen posiciones divididas respecto a la utilidad que tiene la OMC en el funcionamiento del marco multilateral. Algunos analistas temen que pueda servir, a través del sistema integrado de resolución de conflictos, para el ejercicio de presiones y contrapresiones cruzadas por parte de los países desarrollados. Otros creen, sin embargo, que la OMC, al ser una organización más sólida que el GATT, reducirá de hecho, el alcance de las presiones y las políticas unilaterales que obstaculizan el establecimiento de unas relaciones comerciales más libres. 
Sin embargo, consideramos que la oposición de un país a la integración al mundo o a la integración a la región no es un enfoque adecuado de la discusión, sino que el tema de fondo es cómo país soberano se procesa la apertura comercial de una forma que se maximicen los beneficios y se minimicen los costos asociados a los procesos de reasignación de recursos productivos de una economía patria. 
Lo que a nuestro juicio parece acertado señalar es que, si bien la OMC es un organismo multilateral que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países; es necesario aclarara que dicha organización no puede causar y resolver todos los problemas de comercialización que se puedan presentar en todo el mundo; para ello, es necesario contar con el concurso y disposición de todas las partes para llegar a los acuerdos que convengan a todos y cada uno de los interesados, y que, por supuesto resuelva los problemas de comercialización que les aquejan.


Críticas al funcionamiento sistémico de la OMC De acuerdo a los señalamientos hechos por Rodríguez, Mineiro, Villamar
y Gudynas (2009), algunos países han denunciado irregularidades en los procesos de negociación en el seno de la OMC como mantener posiciones extremas hasta el último momento para conseguir acuerdos intermedios, negociar en pequeños grupos de países marginando a los países menos importantes. Según los referidos autores, también ha sido criticado que ningún país en desarrollo tiene la capacidad de hacer frente unilateralmente a un bloqueo de las negociaciones.
Otro de los aspectos más criticados en cuanto a la transparencia de la OMC son las llamadas negociaciones de la Sala Verde (Green Room), un sistema de reuniones informales establecidas durante la Ronda de Uruguay, llamadas así por el color de la habitación donde se realizaban. De acuerdo a los establecido por Enríquez (2010), en concordancia con los señalamientos hechos por Ablin y Lucángeli (2010), en estas reuniones, un número reducido de países, con interés en el tema que va a ser negociado, se encuentran para llegar a un acuerdo que, más tarde, debe ser ratificado, por consenso, por todos los países miembros (entre los cuales hay muchos que no han sido invitados a las reuniones). 
Según los referidos autores, este mecanismo se repitió en Seattle, y fue uno de los motivos más importantes del fracaso de la conferencia, ya que los países africanos y otros de la periferia se plantaron ante esta situación y se negaron a ratificar la declaración final (en la negociación de la cual no habían participado, ya que habían sido marginados de las negociaciones de la "sala verde" durante toda la conferencia). 
Los procesos en la Green Room fueron objeto de críticas durante la década de los noventa, especialmente por parte de países en desarrollo y ONGs preocupadas por la falta de transparencia, por ser ambos excluidos de dichos procesos.
Ha habido distintas propuestas durante décadas para formalizar las negociaciones en la Sala Verde mediante la creación de un comité ejecutivo que administre la agenda de la OMC, con un núcleo permanente de miembros basado en criterios acordados, como por ejemplo la proporción del comercio mundial manejado por cada país, junto a un grupo rotativo de países más pequeños. Aún hoy día, no se ha conseguido progreso en esta dirección. Autores como Martínez (2007), consideran que el abuso de negociaciones en la Sala Verde por parte de los miembros de la OMC es innecesario. En cualquier caso y a pesar de que una mayor transparencia es sin duda necesaria y siempre aconsejable para la organización, otros autores consideran que un mecanismo similar a las negociaciones en la Sala Verde


(dónde determinados miembros se reúnan para discutir sobre políticas comerciales que afecten única o principalmente a éstos sin la participación de otros miembros) parece inevitable en una organización con un número tan elevado de miembros.
Otra crítica frecuente dirigida a la OMC, según Montilla (2007), es que no existe acceso libre a todos los datos generados por la OMC. Por ejemplo, no existe el acceso libre a la Base de Datos Integrados de la OMC, que comprende los datos sobre los límites tarifarios a los que los miembros se han comprometido. A pesar de que los límites tarifarios son el núcleo de la OMC, es muy complicado su análisis por parte de cualquier investigador externo puesto que esto requiere el análisis de una cantidad fenomenal de datos. Sin embargo, el Secretariado de la OMC organiza y recoge de manera más comprensible todos estos datos pero únicamente tienen acceso a ellos los gobiernos de los Estados miembros.
Para finalizar, más que una crítica es una observación propositiva, se tiene que, los acuerdos, inclusive los negociados con esmero en el sistema de la OMC, necesitan muchas veces ser interpretados. La manera más armoniosa de resolver estas diferencias es mediante un procedimiento imparcial, basado en un fundamento jurídico convenido. Este es el propósito que inspira el proceso de solución de diferencias establecido en los Acuerdos de la OMC, y es a él que debe apegarse el organismo a fin de evitar controversias insoslayables.   


II.-  TRATADO FUNDACIONAL DE LA OMC
La Ronda Uruguay, iniciada en 1986, concluyó en 1994 con el Tratado de Marrakech, la partida de nacimiento oficial de la OMC, que sustituía así al GATT; estableciéndose por dicho Acuerdo la Organización Mundial del Comercio (denominada en adelante "OMC"). (OMC, 1994a).
De manera que, el Tratado Fundacional de la OMC lo constituye el Acuerdo suscrito en Marrakech “…el quince de abril de 1994; redactado al efecto en un solo ejemplar y en los idiomas español, francés e inglés, siendo cada uno de los textos igualmente auténtico”.  (OMC, 1994a, p.21).
El texto constitutivo sometía todos los ámbitos de la actividad humana, salvo raras excepciones, al control inmediato o programado de la nueva institución. Todo tipo de reglamentación o normativa que obstaculizase las relaciones comerciales debía ser combatida con la finalidad de abrir los mercados a las empresas transnacionales, a pesar de que la OMC está formada por Estados.  (OMC, 1994b).
Sin embargo, oficialmente, la OMC nació el 1º de enero de 1995, pero su sistema de comercio tiene casi medio siglo de existencia; ya que desde 1948, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) ha establecido las reglas del sistema. (De hecho, la segunda reunión ministerial de la OMC, celebrada en Ginebra en mayo de 1998, incluyó un acto de celebración del 50º aniversario del sistema).
Recuento Histórico: Aunque la OMC nació oficialmente en 1995, sus orígenes se remontan a
los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial.  No pasó mucho tiempo antes de que el Acuerdo General diera origen a
una organización internacional de facto, no oficial, conocida también informalmente como el GATT. Formalmente, fue en 1948 cuando surgió el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), destinado a reducir progresivamente los derechos aduaneros sobre los productos manufacturados, tarea que llevó a cabo de manera muy eficaz. En cuarenta y cinco años, los países miembros, reunidos en rondas de negociaciones sucesivas, lograron recortar los aranceles desde un promedio del 40-50% a tan sólo un 4-5%.
Pero el GATT se ocupaba únicamente de las mercancías. Con el tiempo, las compañías transnacionales comprendieron las ventajas que comportaría un acuerdo similar en el campo de los servicios y de la propiedad intelectual, sectores inmateriales por definición, y tomaron la decisión de crear una


nueva organización que se ocupase de sus intereses en un marco más amplio. 
A lo largo de los años el GATT evolucionó como consecuencia de varias rondas de negociaciones. La última y más importante fue la Ronda Uruguay.
La Ronda Uruguay, iniciada en 1986, concluyó en 1994 con el Tratado de Marrakech, la partida de nacimiento oficial de la OMC, que sustituía así al GATT. 
De manera que, la OMC nació como consecuencia de unas negociaciones, y todo lo que hace resulta de negociaciones. El grueso de su trabajo actual proviene de las negociaciones mantenidas en el período 19861994, la llamada Ronda Uruguay, y de anteriores negociaciones en el marco del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). 
A lo largo de los últimos 60 años, la OMC, establecida en 1995, y la organización que la precedió, el GATT, han ayudado a crear un sistema internacional de comercio sólido y próspero que ha contribuido al logro de un crecimiento económico mundial sin precedentes. 
Lo que vale la pena resaltar es que mientras que el GATT se había ocupado principalmente del comercio de mercancías, la OMC y sus Acuerdos abarcan actualmente el comercio de servicios, y las invenciones, creaciones y dibujos y modelos que son objeto de transacciones comerciales (propiedad intelectual).
Cuando los países han tenido que hacer frente a obstáculos al comercio y han querido que se reduzcan, las negociaciones han contribuido a abrir los mercados al comercio. Sin embargo, la labor de la OMC no se circunscribe a la apertura de los mercados, y en algunos casos sus normas permiten mantener obstáculos comerciales, por ejemplo para proteger a los consumidores o para impedir la propagación de enfermedades.
La OMC es actualmente el foro de nuevas negociaciones en el marco del “Programa de Doha para el Desarrollo”, iniciado en 2001; y cuenta hoy con 153 Miembros, de los cuales 117 son países o territorios aduaneros distintos en desarrollo. 
Sus actividades reciben el apoyo de una Secretaría, integrada por unos 700 funcionarios dirigidos por el Director General de la OMC; cuya sede es la ciudad de Ginebra en Suiza; y dispone de un presupuesto anual de aproximadamente 200 millones de francos suizos (180 millones de dólares EE.UU., 130 millones de euros). Los tres idiomas oficiales de la OMC son el español, el francés y el inglés.  


III.-  INSTITUCIONES QUE CONFORMAN LA OMC
La OMC (2011), está integrada por ciento cincuenta y tres (153) países, que representan más del noventa y siente por ciento (97%) del comercio mundial. Aproximadamente otros 30 países están negociando su adhesión a la Organización; la cual se encuentra estructurada de la siguiente manera:




 
El Comité de Negociaciones Comerciales rinde informe al Consejo General

Fuente: OMC (2011a).  
 
Rinden informe al Consejo General (o a un órgano subsidiario)
Rinden informe al Órgano de Solución de Diferencias
Los Comités de los Acuerdos plurilaterales rinden informe de sus actividades al Consejo General o al Consejo del Comercio de Mercancías, aunque no todos los Miembros de la OMC han firmado estos acuerdos


Como se puede observar en el organigrama, el órgano institucional de más alto nivel de la OMC es la Conferencia Ministerial, que se reúne aproximadamente cada dos años. Un Consejo General dirige las actividades de la Organización en los intervalos entre reuniones de la Conferencia Ministerial. Ambos órganos están integrados por todos los Miembros. Se encargan de la administración y vigilancia de la aplicación por los Miembros de los distintos Acuerdos de la OMC órganos subsidiarios especializados (Consejos, Comités y Subcomités), también integrados por todos los Miembros.
De manera que, el órgano superior de adopción de decisiones de la OMC es la Conferencia Ministerial, que se reúne al menos una vez cada dos años. Es el órgano más importante; y puede adoptar decisiones sobre todas las cuestiones que se planteen en el marco de cualquiera de los acuerdos comerciales multilaterales.
Entre las conferencias ministeriales, la labor cotidiana está a cargo de tres órganos: (a) el Consejo General, (b) el Órgano de Solución de Diferencias; y (c) el Órgano de Examen de las Políticas Comerciales
En realidad, los tres son el mismo: en el Acuerdo por el que se establece la OMC se dice que todos ellos son el Consejo General, aunque cuando se reúnen tienen diferentes mandatos. También en este caso están integrados por todos los Miembros de la OMC. Deben rendir informe a la Conferencia Ministerial. 
Es decir, en el nivel inmediatamente inferior a la Conferencia Ministerial está el Consejo General (normalmente compuesto por embajadores y jefes de delegación en Ginebra, aunque a veces también por funcionarios enviados desde las capitales de los países Miembros), que se reúne varias veces al año en la sede situada en Ginebra. Y como ya se mencionó, el Consejo General también celebra reuniones en calidad de Órgano de Examen de las Políticas Comerciales y de Órgano de Solución de Diferencias.
Lo cierto es que el Consejo General actúa en representación de la Conferencia Ministerial en todos los asuntos de la OMC. Se reúne como Órgano de Solución de Diferencias y Órgano de Examen de las Políticas Comerciales para supervisar el procedimiento de solución de diferencias entre los Miembros y para analizar las políticas comerciales de los Miembros, respectivamente.
En el siguiente nivel están el Consejo del Comercio de Mercancías, el Consejo del Comercio de Servicios y el Consejo de los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Consejo


de los ADPIC), que rinden informe al Consejo General. Esos otros tres consejos, cada uno de los cuales se ocupa de una amplia
esfera de comercio, rinden informe al Consejo General: Como sus nombres indican, esos tres consejos son responsables del
funcionamiento de los Acuerdos de la OMC que tratan de sus esferas de comercio respectivas. También en este caso están integrados por todos los Miembros de la OMC. Los tres tienen también órganos subsidiarios. 
La OMC cuenta igualmente con un importante número de comités y grupos de trabajo especializados que se encargan de los distintos acuerdos y de otras esferas como el medio ambiente, el desarrollo, las solicitudes de adhesión a la Organización y los acuerdos comerciales regionales.
En este orden de ideas, hay otros seis órganos que rinden informe al Consejo General. Su ámbito de competencia es más pequeño: de ahí que sean “comités”. Pero están asimismo integrados por todos los Miembros de la OMC. Abarcan distintas cuestiones: comercio y desarrollo, medio ambiente, acuerdos comerciales regionales, y cuestiones administrativas. En la Conferencia Ministerial de Singapur, celebrada en diciembre de 1996, se decidió crear nuevos grupos de trabajo para que examinaran las siguientes cuestiones: inversión y política de competencia, transparencia de la contratación pública y facilitación del comercio.
También informan regularmente al Consejo General de sus actividades otros dos órganos subsidiarios que se ocupan de los acuerdos plurilaterales (que no están firmados por todos los Miembros de la OMC). 
Cada uno de los consejos de nivel superior tiene órganos subsidiarios. El Consejo del Comercio de Mercancías tiene once (11) comités que se ocupan de temas específicos (agricultura, acceso a los mercados, subvenciones, medidas antidumping, etc.). También en este caso están integrados por todos los países Miembros. Rinden también informe al Consejo del Comercio de Mercancías el Órgano de Supervisión de los Textiles, que consta de un presidente y diez (10) miembros que actúan a título personal, y los grupos que se ocupan de las notificaciones (los gobiernos informan a la OMC de las políticas o medidas que aplican o se proponen aplicar) y de las empresas comerciales del Estado.
En cuanto al Consejo del Comercio de Servicios, sus órganos subsidiarios se ocupan de los servicios financieros, las reglamentaciones nacionales, y las normas del AGCS y los compromisos específicos contraídos en su marco.
Al nivel del Consejo General, el Órgano de Solución de Diferencias tiene


también dos auxiliares: los “grupos especiales” de solución de diferencias, compuestos de expertos y establecidos para emitir un dictamen sobre diferencias sin resolver, y el Órgano de Apelación, que se ocupa de las apelaciones.
En este contexto, vale destacar que los progresos importantes raras veces se hacen en las reuniones formales de esos órganos y menos aún en las de los consejos de nivel superior. Al tomarse habitualmente las decisiones por consenso y sin votación, las consultas informales dentro de la OMC desempeñan una función de vital importancia en el proceso necesario para que una gran diversidad de Miembros se pongan de acuerdo.
Así pues, aparte de las reuniones formales, se celebran otras informales en las que participan igualmente todos los Miembros, por ejemplo las de los jefes de delegación. Algunas cuestiones de especial dificultad han de debatirse en grupos más pequeños. Una práctica normal adoptada recientemente es que el presidente de un grupo de negociación trate de lograr que se llegue a una transacción mediante la celebración de consultas con las distintas delegaciones, en grupos de dos o tres, o en grupos de 20-30 de las delegaciones más interesadas. 
Esas reuniones más reducidas tienen que organizarse con gran cuidado. La clave es que se mantenga informados a todos de lo que está ocurriendo (el proceso debe ser “transparente”), aun cuando no asistan a una determinada reunión o sesión de consultas, y que todos tengan oportunidad de participar o facilitar información (debe ser “incluyente”).
Hay una expresión que se ha convertido en motivo de controversia, aunque más entre algunos observadores ajenos a la Organización que entre las delegaciones. La “Sala Verde” es una expresión tomada del nombre informal de la sala de conferencias del Director General. Se utiliza para referirse a reuniones de 20 a 40 delegaciones, generalmente a nivel de jefes de delegación. Esas reuniones pueden celebrarse en otro lugar, por ejemplo en Conferencias Ministeriales, y lo mismo puede convocarlas el ministro que preside la conferencia que el Director General. Los presidentes de los comités que negocian temas individuales también pueden organizar consultas similares de grupos más pequeños, aunque la expresión Sala Verde no suele utilizarse en esos casos.
Antes, las delegaciones tenían a veces la sensación de que las reuniones de Sala Verde podían conducir a transacciones pactadas a sus espaldas. Así pues, se hacen esfuerzos extraordinarios para asegurar que el proceso se lleve a cabo correctamente, con la presentación de informes regulares a todos los Miembros.


La forma en que los países negocian actualmente ha ayudado en cierta medida. A fin de aumentar su poder de negociación, los países han formado coaliciones. En ciertos temas como la agricultura, casi todos los países son miembros de al menos una coalición, y en muchos casos de varias. Esto significa que todos los países pueden estar representados en el proceso si los coordinadores y otros protagonistas están presentes. Los coordinadores también asumen la responsabilidad de la “transparencia” y la “no exclusión”, manteniendo informadas a sus coaliciones y defendiendo las posiciones negociadas dentro de sus alianzas.
En último término, las decisiones han de adoptarlas todos los Miembros, por consenso. El conjunto de los Miembros se resistiría a los intentos de imponer la voluntad de un pequeño grupo. Nadie ha podido encontrar otro medio de lograr un consenso cuando se trata de cuestiones difíciles, ya que es prácticamente imposible que los Miembros varíen voluntariamente sus posiciones en reuniones en las que participen todos ellos.
Las negociaciones sobre el acceso a los mercados requieren también grupos reducidos, pero por una razón completamente diferente. El resultado final es un conjunto multilateral de compromisos de los distintos países, pero esos compromisos son el resultado de numerosas reuniones bilaterales de negociación de carácter informal, que dependen de los intereses de los distintos países. (Cabe citar como ejemplo las tradicionales negociaciones arancelarias y las conversaciones sobre el acceso a los mercados en la esfera de los servicios.)
Así pues, la celebración de consultas informales en diversas formas ha desempeñado una función de vital importancia en el logro de consenso, aunque esas consultas no aparezcan en los organigramas precisamente por ser informales. 
Ahora bien, no constituyen un elemento separado de las reuniones formales; son necesarias para adoptar las decisiones formales en los consejos y comités. Tampoco quiere decir que las reuniones formales carezcan de importancia; constituyen el foro para intercambiar opiniones, dejar constancia de las posiciones de los países y, en última instancia, confirmar las decisiones. El arte de lograr un acuerdo entre todos los Miembros de la OMC consiste en establecer un equilibrio apropiado, de manera que los progresos conseguidos entre sólo unos cuantos países puedan ser aceptables para el resto de los Miembros.   


IV.-  METODOLOGIA UTILIZADA EN LA POLITICA COMERCIAL
Las principales funciones de la OMC, tal y como lo asevera Martínez (2007), están relacionadas con las negociaciones comerciales y la aplicación de las normas comerciales multilaterales negociadas (incluidas las relativas a la solución de diferencias).
En este sentido, en la Declaración que consagra el inicio de la OMC, se prevé una mayor contribución de esta organización al logro de una mayor coherencia en la formulación de la política comercial a escala mundial. 
De manera específica en lo que se refiere a la formulación de la política comercial que regirá de manera general a los Miembros, según el referido autor, se tiene que la metodología para su configuración tiene como base lo acordado en consenso entre los miembros. Tales Acuerdos son extensos y complejos, porque se trata de textos jurídicos que abarcan una gran variedad de actividades. 
Tratan, entre otros, de las siguientes cuestiones: agricultura, textiles y vestido, servicios bancarios, telecomunicaciones, contratación pública, normas industriales, reglamentos sobre sanidad de los alimentos, propiedad intelectual y muchos temas más.  No obstante, todos esos documentos están inspirados en varios principios simples y fundamentales, que constituyen la base del sistema multilateral de comercio y configuran la política comercial que regirá a los Miembros.
Así, los principios que rigen la formulación de la política comercial propulsada por la OMC, son los siguientes:  (a) Comercio sin discriminaciones; (b) Un comercio más libre, de manera gradual y mediante negociaciones; (c) Previsibilidad mediante consolidaciones; (d) Fomento de una competencia leal; (e) Fomento del desarrollo y de la reforma económica. (Martínez, 2007).
Comercio sin discriminaciones:  un país no debe discriminar entre sus interlocutores comerciales (se concede a todos, de forma igualitaria, la condición de "nación más favorecida" o NMF); y tampoco debe discriminar entre sus propios productos, servicios o ciudadanos y los productos, servicios o ciudadanos extranjeros (se les concede el "trato nacional").
1.  Nación más favorecida (NMF): tratar a los demás de forma igualitaria. En virtud de los Acuerdos de la OMC, los países no pueden por regla
general establecer discriminaciones entre sus diversos interlocutores comerciales. Si se concede a un país una ventaja especial (por ejemplo, la reducción del tipo arancelario aplicable a uno de sus productos), se tiene que


hacer lo mismo con todos los demás miembros de la OMC.  Este principio se conoce como el trato de la nación más favorecida
(NMF). Se permiten ciertas excepciones. Por ejemplo, los países que forman parte de una región pueden establecer un acuerdo de libre comercio que no se aplique a las mercancías que proceden del exterior del grupo. O bien un país puede oponer obstáculos a los productos procedentes de determinados países, que se consideran objeto de un comercio desleal. Y, en el caso de los servicios, se permite que los países, en ciertas circunstancias restringidas, apliquen discriminaciones. Sin embargo, los acuerdos sólo permiten estas excepciones con arreglo a condiciones estrictas. En general, el trato NMF significa que cada vez que un país reduce un obstáculo al comercio o abre un mercado, tiene que hacer lo mismo para los mismos productos o servicios de todos sus interlocutores comerciales, sean ricos o pobres, débiles o fuertes.
2.  Trato nacional: trato igualitario para los nacionales y los extranjeros. Las mercancías importadas y las producidas en el país deben recibir un
trato igualitario, al menos después de que las mercancías extranjeras hayan entrado en el mercado. Lo mismo se aplica a los servicios extranjeros y a los nacionales, y a las marcas de fábrica o de comercio, el derecho de autor y las patentes extranjeras y nacionales. Este principio de "trato nacional" (dar a los demás el mismo trato que a los propios nacionales) también figura en los tres principales Acuerdos de la OMC (artículo III del GATT, el artículo 17 del AGCS y artículo 3 del Acuerdo sobre los ADPIC), aunque también en este caso el principio se aborda en cada uno de ellos de manera ligeramente diferente. 
El trato nacional sólo se aplica una vez que el producto, el servicio o la obra de propiedad intelectual ha entrado en el mercado. Por lo tanto, la aplicación de derechos de aduana a las importaciones no constituye una transgresión del trato nacional, aunque los productos fabricados en el país no sean sometidos a un impuesto equivalente. 
Un comercio más libre, de manera gradual y mediante negociaciones: La reducción de los obstáculos al comercio es uno de los medios más evidentes de alentar el comercio. Esos obstáculos incluyen los derechos de aduana (o aranceles) y ciertas medidas tales como las prohibiciones de importación o los contingentes que restringen selectivamente las cantidades importadas. Ocasionalmente también se han debatido otras cuestiones, como el papeleo administrativo y las políticas cambiarias. 
La apertura de los mercados puede ser beneficiosa, pero también exige


una adaptación. Los Acuerdos de la OMC permiten que los países introduzcan cambios gradualmente, mediante la "liberalización progresiva". Por lo general se concede a los países en desarrollo plazos más largos para cumplir sus obligaciones. 
Previsibilidad mediante consolidaciones: En algunos casos, la promesa de no aumentar un obstáculo al comercio puede ser tan importante como reducirlo, ya que la promesa permite que las empresas tengan un panorama más claro de sus oportunidades futuras. Mediante la estabilidad y la previsibilidad, se alientan las inversiones, se crean empleos y los consumidores pueden aprovechar los beneficios de la competencia: la posibilidad de elegir y precios más bajos. Por medio del sistema multilateral de comercio los gobiernos tratan de dar estabilidad y previsibilidad a las actividades económicas. 
En la OMC, cuando los países convienen en abrir sus mercados de mercancías y servicios, "consolidan" sus compromisos. Para las mercancías, estas consolidaciones equivalen a límites máximos de los tipos arancelarios. En algunos casos, los derechos de importación aplicados son inferiores a los tipos consolidados. Esto suele ocurrir en los países en desarrollo. En los países desarrollados los tipos efectivamente aplicados y los consolidados suelen ser idénticos. 
Un país puede modificar sus consolidaciones, pero sólo después de negociarlo con sus interlocutores comerciales, lo que puede significar que tiene que compensarlos por la pérdida de comercio. Uno de los logros de las negociaciones comerciales multilaterales de la Ronda Uruguay consistió en incrementar la proporción del comercio sujeto a compromisos consolidados. El resultado de todo esto es un grado considerablemente mayor de seguridad de los mercados para los comerciantes y los inversores. 
El sistema también trata de mejorar la previsibilidad y la estabilidad por otros medios. Uno de ellos consiste en desalentar la utilización de contingentes y otras medidas empleadas para fijar límites a las cantidades que se pueden importar (la administración de los contingentes puede dar lugar a un aumento del papeleo administrativo y a acusaciones de trato desleal). Otro medio consiste en hacer que las normas comerciales de los países sean tan claras y públicas ("transparentes") como sea posible. Muchos de los Acuerdos de la OMC exigen que los gobiernos divulguen públicamente sus políticas y prácticas en el país o bien notificándolas a la OMC. La supervisión periódica de las políticas comerciales nacionales por medio del Mecanismo de Examen de las Políticas Comerciales constituye otro medio de alentar la transparencia, tanto a nivel nacional como multilateral.


Fomento de una competencia leal: Algunas veces se describe a la OMC como una institución de "libre comercio", pero esto no es completamente exacto. El sistema autoriza en realidad la aplicación de aranceles y, en circunstancias restringidas, otras formas de protección. Es más exacto decir que es un sistema de normas consagrado al logro de una competencia libre, leal y sin distorsiones. 
Las normas sobre no discriminación y trato nacional, tienen por objeto lograr condiciones equitativas de comercio. Este es también el objeto de las normas relativas al dumping (exportación a precios inferiores al costo para ganar partes de mercado) y las subvenciones. Las cuestiones son complejas y las normas tratan de determinar lo que es leal o desleal, y cómo los gobiernos pueden responder, en particular mediante la aplicación de derechos de importación adicionales calculados para compensar el perjuicio ocasionado por el comercio desleal. 
Fomento del desarrollo y de la reforma económica:  Los economistas y los expertos en cuestiones comerciales reconocen ampliamente que el sistema de la OMC contribuye al desarrollo. También se reconoce que los países menos adelantados necesitan flexibilidad en cuanto al tiempo que necesitan para aplicar los Acuerdos. Y los propios textos de los Acuerdos incorporan las disposiciones anteriores del GATT, que prevén una asistencia especial y concesiones comerciales para los países en desarrollo. 
Más de las tres cuartas partes de los miembros de la OMC son países en desarrollo y países en proceso de transición hacia la economía del mercado. Durante los siete años y medio que duró la Ronda Uruguay, más de 60 de esos países aplicaron autónomamente programas de liberalización del comercio. Al mismo tiempo, los países en desarrollo y las economías en transición fueron mucho más activos e influyentes en las negociaciones de la Ronda Uruguay que en ninguna ronda anterior. 
Esta tendencia destruyó en la práctica la idea de que el sistema de comercio únicamente existía para los países industrializados. Hizo también variar la anterior inclinación a eximir a los países en desarrollo del cumplimiento de determinadas disposiciones y Acuerdos del GATT. 
Lo cierto de todo esto es que la política comercial promovida por la OMC, es impulsada por sus Miembros, ello significa que: (a) las normas del sistema de la OMC son acuerdos resultantes de negociaciones celebradas entre los gobiernos de los países Miembros; (b) las normas son ratificadas por los parlamentos de los Miembros; y (c) las decisiones adoptadas en la OMC se toman en prácticamente todos los casos por consenso entre todos los Miembros.


Las decisiones son adoptadas por el conjunto de los países Miembros. Normalmente esto se hace por consenso. No obstante, también es posible recurrir a la votación por mayoría de los votos emitidos, si bien ese sistema nunca ha sido utilizado en la OMC y sólo se empleó en contadas ocasiones en el marco de su predecesor, el GATT. Los Acuerdos de la OMC han sido ratificados por los parlamentos de todos los Miembros.
En otras palabras, las decisiones que se adoptan en la OMC han sido negociadas, están sujetas al control necesario y son democráticas.
La única ocasión en que un órgano de la OMC puede tener una influencia directa en la política de un gobierno es cuando, tras someterse una diferencia a la OMC, el Órgano de Solución de Diferencias (integrado por el conjunto de los Miembros) formula una resolución. Por lo general, dicho Órgano la formula haciendo suyas las conclusiones de un grupo de expertos o de un informe de apelación.
Pero incluso en ese caso el alcance de la resolución es limitado: simplemente se trata de un juicio o de una interpretación sobre si un gobierno ha infringido un Acuerdo de la OMC aceptado por el propio gobierno infractor. Si un gobierno infringe un compromiso es preciso que lo cumpla.
En todos los demás respectos, la OMC no ordena a los gobiernos que adopten o descarten determinadas políticas.  En realidad, son los gobiernos los que imponen su voluntad a la OMC 
La OMC, por lo tanto, es el único foro en el que las políticas y normativas comerciales se deciden a nivel internacional, especialmente desde que el papel de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el desarrollo (United Nations on Trade and Development, UNCTAD) se ha reducido a la asistencia técnica, al análisis y a la búsqueda de consensos. 
Lo cierto es que, la política comercial propulsada por la OMC, se basa en la teoría de la liberalización del comercio; y ésta se construye alrededor de los conceptos de competitividad y ventaja comparativa. Según esta teoría, la reducción de las barreras comerciales (aranceles, cuotas de exportaciones e importaciones, procedimiento aduaneros complejos) debería favorecer la competitividad y establecer unas reglas de juego por las cuales las empresas de los países no tengan ventaja con respecto a las empresas extranjeras. Esta competitividad debería desembocar en una mejor distribución de recursos y la especialización en lo que cada uno haga mejor. 
La OMC ha intensificado la competencia internacional a través de las normas que ha establecido para que se integren las economías de los 153


estados miembros. Se supone que esta globalización de la competitividad creará más empleos en las industrias exportadoras y estimulará el crecimiento económico, ya que los productos serán más asequibles y se ampliarán las opciones de los consumidores, se aliviará la pobreza a través de la creación de nuevas oportunidades en los sectores orientados a la exportación y los pobres y los trabajadores no cualificados tendrán más empleo. 
Sin embargo, en la práctica, esta competencia requiere conseguir las exigentes especificaciones de los productos, invertir en investigación y desarrollo y elaborar un sofisticado proceso de marketing. Se requiere tecnología, comunicación e información, capital, capacitación, gestión, el "saber-hacer" (know-how), trabajadores cualificados, reducir los costes laborales y otros al mínimo, amplios mercados de consumidores, además del adecuado apoyo e infraestructura gubernamental. 
Más aún, la competencia internacional está manipulada por abusos del mercado como son los monopolios, cárteles, fusiones y prácticas desleales (por ejemplo, establecimiento de precios entre las empresas de un mismo sector) así como otras prácticas que no entran en las barreras comerciales, como son la discriminación por razón de raza, ingreso, clase, educación, religión y sexo. Adicionalmente, los medioambientalistas han apuntado cómo la competencia en el comercio está basada en la degradación del medioambiente y el agotamiento de los recursos naturales. 
En el actual sistema comercial, no todos los países, compañías, productores y comerciantes pueden entrar en el mercado en condiciones de igualdad y no todo el mundo puede ser competitivo. Los países tienen diferentes niveles de desarrollo económico, y las compañías, los trabajadores y comerciantes tienen experiencias y capitales diferentes en el mercado internacional. 
En el mercado creado por la OMC el pequeño y el pobre tienen que competir con el fuerte y el rico. Más aún, el sistema de especialización e integración en el mercado mundial también implica dependencia de los mercados externos y riesgos, como así ha ocurrido en las economías asiáticas.    


V.-  REFLEXIONES FINALES
La Organización Mundial del Comercio (OMC) es una organización que tiene la intención de supervisar y liberalizar el comercio internacional. La organización comenzó oficialmente en enero 1, 1995 en el marco del Acuerdo de Marrakech, que sustituye al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que se inició en 1948. La organización se ocupa de la regulación del comercio entre los países Miembros; proporciona un marco para la negociación y formalización de los acuerdos comerciales, y un proceso de solución de controversias destinada a exigir a los participantes la adhesión a la OMC los acuerdos que son firmados por los representantes de los gobiernos miembros, ratificado por sus parlamentos. La mayoría de los temas que la OMC se centra en derivar de las negociaciones comerciales anteriores, especialmente de la Ronda Uruguay (1986-1994).
Lo relevante es que la OMC se ocupa de las normas mundiales por las que se rige el comercio entre las naciones. Su principal función es velar por que el comercio se realice de la manera más fluida, previsible y libre posible.
Es una organización para la liberalización del comercio. Es un foro para que los gobiernos negocien acuerdos comerciales. Es un lugar para que resuelvan sus diferencias comerciales. Funciona un sistema de normas comerciales; pero no es un todopoderoso, que podría resolver o causar  todos los problemas del mundo.
En pocas palabras, la OMC es el único organismo internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países. Su principal propósito es asegurar que las corrientes comerciales circulen con la máxima facilidad, previsibilidad y libertad posible.
El sistema multilateral de comercio, estructurado hoy en día mediante la OMC tiene por misión lograr la más amplia liberalización del comercio de bienes y servicios a nivel global. Desde su operación precedente, a través del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), y particularmente a lo largo de las últimas dos décadas, el sistema ha sido objeto de múltiples críticas.
La OMC con sus 153 miembros, que representa más de 97% del comercio mundial total y 30 observadores, que aspiran a ser miembros; se rige por una conferencia ministerial, reunión cada dos años; un consejo general, que implementa las decisiones de la conferencia política y es responsable de la administración del día a día; y un director general, que es nombrado por la Conferencia Ministerial. La sede de la OMC se encuentra en el Centro William Rappard, Ginebra, Suiza. 


Aunque la OMC está regida por sus Estados Miembros, no podría funcionar sin su Secretaría, que coordina las actividades, para asegurarse, entre otras cosas, de que las negociaciones progresen satisfactoriamente y de que las normas del comercio internacional se apliquen y se hagan cumplir correctamente.
Adicionalmente, en la Declaración que consagra el inicio de la OMC, se prevé una mayor contribución de esta organización al logro de una mayor coherencia en la formulación de la política comercial a escala mundial.  Desde este punto de vista, un importante aspecto del mandato de la OMC es cooperar con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras instituciones multilaterales para lograr una mayor coherencia en la formulación de la política económica a escala mundial. En la Reunión Ministerial celebrada en Marrakech en abril de 1994 se adoptó una Declaración Ministerial aparte en la que se subrayaba este objetivo.  
 Se reconoce también en la Declaración la contribución de la liberalización del comercio al crecimiento y desarrollo de las economías nacionales. Se considera que esa liberalización constituye un elemento cada vez más importante del éxito de los programas de reajuste económico que están emprendiendo muchos Miembros de la OMC, pese a que a menudo conllevan un apreciable costo social de transición. 
Lo cierto es que la OMC es el único foro en el que las políticas y normativas comerciales se deciden a nivel internacional, especialmente desde que el papel de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el desarrollo (United Nations on Trade and Development, UNCTAD) se ha reducido a la asistencia técnica, al análisis y a la búsqueda de consensos. La OMC, también es el foro político en el que se toman las decisiones más importantes sobre la globalización a través de la apertura de los mercados, en más de 150 países miembros, y en el que se armonizan las reglas de juego del comercio internacional. Se eliminan las barreras comerciales y se establece la legislación comercial en torno a la agricultura, los productos manufacturados y el sector servicios.
Para lograr beneficios económicos sustentables y reducir la pobreza a través de mejores políticas comerciales se necesita que las instituciones nacionales, regionales y multilaterales tengan un buen funcionamiento.
La organización está tratando de persistir en una negociación comercial denominada Agenda de Doha para el Desarrollo (o la Ronda de Doha), que se inició en 2001 para fomentar la participación equitativa de los países más pobres que representan la mayoría de la población mundial. Sin embargo, la negociación ha sido perseguida por “desacuerdo entre los exportadores de productos a granel agrícola y los países con un gran número de agricultores


de subsistencia en los términos precisos de una „medida de salvaguardia especial proteger a los agricultores de los aumentos repentinos de las importaciones. En este momento, el futuro de la Ronda de Doha es incierto.”
Si bien es cierto que la OMC es, junto con el FMI y el BM, una muestra ejemplar de la ortodoxia económica liberal instrumentada a través de un efectivo hard law, también lo es que su falta de eficacia en incorporar en su agenda medidas efectivas para vincular el comercio internacional con otras perspectivas, la legitimidad de las relaciones multilaterales quedarán una vez más en duda, generando el riesgo de respuestas regionales.
Así pues, la OMC parece enfrentar una multitud de retos, entre los cuales se encuentra, por un lado, la reconciliación con la sociedad civil mediante la efectiva incorporación de respuestas a temas ambientales, de desarrollo sustentable, laborales, sociales, de representación democrática, de transparencia, etc. Pero por el otro, está también obligada a avanzar más aceleradamente en el proceso de liberalización comercial, bajo la presión de las principales potencias, en su búsqueda por mayor acceso a mercados, en todos los sectores posibles.
Sin pretender agotar las múltiples valoraciones y posibles tendencias de la OMC, nos parece por último vital, que la comunidad internacional no pierda el preciado momento que hoy en día tiene sobre el desarrollo. En la OMC, la Ronda de Doha ha sido bienvenida y nos parecería un grave error quitar el énfasis en lo que su Conferencia Diplomática ha proyectado y lo que debe adicionarse para cumplir con las críticas válidas a su operación.
Ya la Asamblea General de la ONU reunida en Septiembre de 2005, con motivo del sesenta aniversario de su fundación ha podido constatar el poco avance en el cumplimiento de los objetivos del milenio en materia de desarrollo. Esta lentitud en el avance, que en la práctica cuesta millones de vidas humanas, enfermedades y falta de oportunidades, desde nuestro punto de vista, no debe ser un mero factor de desilusión, sino un motor que potencia la eficacia en la cooperación internacional con una sola meta: el desarrollo integral del ser humano.
  


VI.-  REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 
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